CIVISMO INTERIOR
Las personas cuando nos alejamos del país de origen sea cual sea la causa, no dejan de sentir la sensación de haber dejado algo que muy inmaterial se siente, que te hace suspirar en la intimidad de la emoción, en simples palabras es un sentimiento que no puede definirse pero que es real, muchas personas optan por olvidarse del lugar que les vio nacer, otros se dedican a hablar mal y a desvalorizar todo aquello que le suene a su país, y habemos otros que todo lo contrario de una forma a veces contradictoria valorizamos ese terruño que se ha quedado atrás y que es de donde viene nuestra raíz porque de ahí provenimos, cada septiembre que pasa encuentro en los periódicos nacionales artículos sobre el civismo, sobre los símbolos patrios, sobre el himno y la oración a la bandera, adecuado porque es nuestro mes cívico, pero después ¿qué?, debemos deambular con el silencio al civismo hasta cuando regresa otro septiembre, no lo considero adecuado, porque ahora que vivo lejos de mi país he encontrado tiempo para pensar y valorar más de eso que llamamos nacionalidad, El Salvador siempre será el único lugar en el mundo en el cual nunca seré un extranjero (aunque muchos adquieran otras nacionalidades en esencia siempre serás salvadoreño(a)… es como una marca registrada que no te la podrás quitar) porque contradictoriamente esa es la identidad que llevamos en nuestra forma de ser, es la idiocincracia propia, es la gastronomía que nos persigue, ese caliche nuestro que nos define, esa cosmovisión tan propia que tenemos, aunque compartamos el mismo himno y reverenciemos a la misma bandera hay un algo intangible que nos une, y es la identidad de sentirnos de un mismo lugar, de palabras que sólo nosotros los cipotes de corazón entendemos, y de nuestras bayuncadas propias que nos distinguen adonde sea que estemos.
Entiendo que no poseo títulos académicos que me den toda esa intelectualidad propia de los que escriben en mi país, pero de algo estoy seguro eso no me quita la capacidad de explicar mis ideas con coherencia dentro de la identidad salvadoreña, porque es algo que nadie puede quitarme, he vivido en EEUU, ahora en República Dominicana y he visto muchas personas que se avergüenzan de ser salvadoreños, en mi caso muy a pesar de los tantos estereotipos y clichés que nos persiguen sigo creyendo en la fuerza y fortaleza cuscatleca en el trabajo, en su laboriosidad y en el deseo de superación que muchas veces otras situaciones ajenas a nuestras voluntades no nos permiten desarrollarnos en nuestro país, la identidad salvadoreña la llevo en mi ADN, es parte de mi y siempre será así, todos los hijos que ha parido Cuscatlán tanto aquellos hijos nobles como sus detractores llevamos la misma carga histórica y social de nuestro común destino, hay que recordar que más allá de saber las motivaciones de nuestra identidad y cultura está la razón del porqué nos sentimos tan orgullosos de escuchar nuestro himno fuera de las fronteras patrias, del porqué extrañamos nuestra suculenta gastronomía propia y del porqué siempre leemos nuestros periódicos en línea en el Internet, porque esa parte de nosotros siempre nos hace recordarnos de lo que en un principio somos SALVADOREÑOS, y a muy a pesar que muchos atacarán esa identidad y hasta escribirán libros como “EL ASCO”, la salvadoreñidad es algo que me pertenece y lejos de aborrecerla me siento bendecido de haber nacido dentro de aquellos lugares como un poeta nuestro dijo “Donde baten las mares del sur” y que nuestro creador siempre derrame sus bendiciones a nuestra patria, independientemente de aquellos que sólo la satanizan y la destruyen con sus críticas, es mi país y por esa sencilla razón siempre la amaré y la llevaré en mi corazón.
A mi padre FRANCISCO ADAN MENDEZ
EZEQUIEL MENDEZ
Email : minutoalma@ezequielmendez.info
Publicado en la edición de octubre de la revista educativa INCADI
República Dominicana.